Fotografía de Maternidad Acompañada.
Mi madre dándome el pecho hace 43 años.
“No sé si yo podré dar el pecho a mi bebé. Quiero hacerlo, pero no sé si voy a poder.”
Creo que he escuchado esta frase millares de veces, con todas las voces y las entonaciones imaginables.
Y reconozco que nunca he conseguido entenderla. Así como entiendo el dolor al amamantar, la desesperación y el cansancio extremo, esto nunca.
Me decía a mí misma, y se lo decía a las mamás: “La función principal de la glándula mamaria es producir leche. No dudamos del funcionamiento de otras glándulas de nuestro cuerpo como el páncreas o la tiroides. Sabemos que van a hacer su función. ¿Por qué entonces dudamos de nuestra glándula mamaria?”
La respuesta a mi pregunta estaba realmente delante de mis ojos. Un poco como cuando buscas las gafas que llevas puestas.
Mis gafas son mi familia y la cultura de la lactancia en la que he estado inmersa desde que tengo uso de razón.
Para que me entiendas: en la época en la que en España las mujeres que trabajaban fuera de sus hogares -y muchas veces también las que no- recurrían al biberón como manera única y exclusiva de alimentar a sus hijos, mi madre nos dio teta a los 3 hermanos. A mí, la más joven, hasta pasados los 2 años y medio, lo que es impresionante para la época.
Pero eso no es todo. Mi hermana amamantó a sus hijos. Mi cuñada también. Yo me crié viendo cómo mi hermana amamantaba a mis sobrinos.
Cuando llegó mi turno, fue lo más natural. No me planteé otra opción porque no había otra opción disponible en mi caja de herramientas mentales.
Mis sobrinas y las mujeres de mis sobrinos siguieron el mismo camino.
En mi familia, lo que sigue al parto es amamantar al niño. Es lo natural, es lo que hacemos en mi casa. Es lo que hemos respirado, es lo que hemos visto, es lo que hemos mamado.
Los pechos sirven para producir leche para alimentar al bebé. Y como lo sabemos, como confíamos plenamente en nuestros cuerpos, eso es lo que pasa: nuestras glándulas mamarias cumplen su función a la perfección.
Y cuando hay algún tropiezo, nos apoyamos y nos ayudamos. Somos comunidad, somos tribu. Ninguna llora sola con un bebé recién nacido en brazos. Porque ninguna está sola.
Pero cada día es más patente la realidad de que mi casa fue excepción, de que ese arte femenino del amamantar y del acompañamiento que yo he aprendido desde que soy se ha perdido en la mayoría de los hogares. Ha sido reemplazado por décadas de marketing engañoso que han minado la sabiduría femenina y la confianza de la mujer en su propio cuerpo.
La fragmentación de la sociedad, la búsqueda de los avances técnicos, tecnológicos y científicos ha dado como resultado maravillas. pero también ha creado una sociedad fragmentada, excesivamente dependiente de la autoridad médica de turno, de las “ayuditas” externas, de la falta de confianza en una misma.
En mi casa hemos comadreado en torno a la teta desde siempre y eso es lo que nos ha protegido, sin siquiera ser conscientes de ello.
Mi deseo y mi función es hacer extensivo este saber a todas las mujeres posibles.
Porque ¿sabías que según un estudio publicado en 2016, la lactancia materna podría evitar más de 800 mil muertes infantiles y más de 20 mil muertes por cáncer de mama?
Se me pone la piel de gallina al decirlo y al pensarlo.
Con tan poco hacer algo tan grande.
Ser más entre todas.
Ayúdame a hacerlo posible.
Pídeme ayuda si estás pasando por un bache en la lactancia. Mi numero por si me necesitas 627327159
Escríbeme si quieres convertirte en asesora de lactancia, en creadora de tribu de mujeres empoderadas. Así te aseguras de que cada día hay menos madres llorando lágrimas amargas con sus bebés en brazos.
Curso de asesoras de lactancia materna de Maternidad Acompañada
Recursos bibliográficos:
Breastfeeding: achieving the new normal. EDITORIAL en The Lancet, VOLUME 387, ISSUE 10017, P404, JANUARY 30, 2016
Uff, cómo me siento de identificada con el post y la cantidad de situaciones en las que me vi envuelta en su día están aquí fielmente retratadas, jejeje. Fui mamá primeriza, de 2 preciosas bebitas prematuras. Por circunstancias no fui capaz de darles el pecho, lo cual me supuso una grave preocupación dado que el calostro (como me explicaron en su día) y los beneficios de la leche materna, justamente en estas “edades” tan pequeñas era fundamental…. así que no hubo forma (no dí con personas que me lo supieran explicar, asesorar e informar debidamente del cómo hacerlo, los nervios, etc, me jugaron malas pasadas), el caso que me quedé con las ganas de darles a mis dos nenas todo el amor de una madre expectante y con muchas ganas de darles el pecho. Espero que el siguiente (que estamos en ello), ya con más información sea distinto y podamos ambos disfrutar de una lactancia adecuada. Mil gracias, me han encantado tus palabras.
Me alegro que te haya gustado.
Un abrazo
Sara